lunes, 23 de enero de 2012

Salta y Bolivia /6 Samaipata, refugio cruceño "high"

Estamos en Samaipata, una localidad verde en medio de los valles, a unos 130 km de Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más grande (y más anti-Evo) de Bolivia.
Los habíamos dejado en Buena Vista, y al día siguiente, sábado 21 de enero, salimos para Santa Cruz de la Sierra. Por suerte
conseguimos chofer para compartir taxi (algo que se usa mucho por acá), y por suerte no manejaba tan bestialmente como el que nos llevó de Villa Tunari a Buena Vista. Además, no tuvimos que esperar tanto como aquella vez a que se llenara el auto en cuestión.
Cuando los autos son esos grandes, de tres filas de asientos, como el Hyundai H-1 por ejemplo, acá los llaman "surubí" o "trufi".
Nos sorprendió que todos los autos que se ven sean japoneses; la mayoría, de modelos que no hay en Argentina. Abundan los Toyota, Hyundai, Nissan y Mazda. Ocasionalmente algunos Hummer que, según escuchamos, son los autos que caracterizan a los narcos por acá (por suerte no vimos tantos).
Llegamos a Santa Cruz de la Sierra con este chofer simpático, que resultó llamarse Adán, y que nos resolvió en gran medida las cosas que teníamos que hacer en la ciudad porque además de llevarnos a Santa Cruz después, cuando se bajó el resto de los pasajeros, nos hizo también de taxista. Pudimos hacer todo lo que queríamos: ir a la terminal para averiguar para nuestro regreso a la Argentina, ir al banco para cambiar U$S por Bs., e ir a la parada donde salen los trufis a Samaipata, nuestro siguiente (y actual) destino.
Los bancos bolivianos merecen un párrafo aparte y son un modelo a seguir para los de Argentina. Tienen muchas cajas, permanentemente están atendiendo, y lo mejor de todo es que cuando llegás, según la operación que tengas que hacer te dan un tickecito y esperás SENTADO cómodamente en una silla tu turno. ¡Chapêau Bolivia! Por si esto fuera poco, tienen horario amplio (de 9 a 16, aunque algunos cortan al mediodía y hacen 9 a 12 / 14 a 16.30) y algunos abren los SÁBADOS a la mañana. ¡Genial! Esto nos resolvió el problema porque queríamos cambiar dólares y los bancos siempre nos resultan lo más confiable.
Luego de que Adán nos dejó en la parada, nos enteramos de que éste es un fin de semana largo, es decir que hoy lunes es feriado, y por lo tanto nos costó muchísimo lograr viajar hasta Samaipata porque prácticamente todos los cruceños y algunos extranjeros estaban huyendo para acá, que es un oasis al lado del horno que es la ciudad. Como el único medio de transporte es la mentada "trufi" o en su defecto un taxi compartido, estuvimos esperando como dos horas hasta que apareciera uno que tuviera lugar.
Logramos hacerlo pero viajamos como sardinas en lata: 6 pasajeros en un auto común y corriente, lo que hizo el viaje bastante tortuoso, sumado a lo desastroso que manejaba el chofer. Cometió prácticamente todas las infracciones existentes, excepto pasar semáforos en rojo porque no había, y el camino era de montaña así que generó algunos malestares estomacales, pero nada serio.
Afortunadamente, el viaje valió la pena, porque este pueblito es encantador. En opinión de Sofi (Vic adhiere no muy convencido) es lo más parecido a un pueblo del norte argentino, tipo Cachi. Tiene montañas, verde, es pintoresco y tiene negocios y restaurantes entre chic y hippies, dado el público sofisticado que viene acá. También se ven casas muy lindas y chalets tipo chacras, se ve que hay gente de plata en Santa Cruz. Una dificultad que logramos sortear fue la de conseguir alojamiento, porque si bien había mucha oferta, el pueblo estaba que explotaba con el tema del fin de semana largo. Luego de merodear por varios e irnos con la cabeza gacha, conseguimos en un golpe de suerte una habitación en el "Palacio del ajedrez" (sic) porque una familia había cancelado su reserva a último momento. El lugar es justamente un hotel que depende del Club de ajedrez, cuyo slogan es algo así como "agiliza tu mente, juega al ajedrez." Más allá de lo pintoresco, la verdad es que el hotel es muy lindo y cómodo. El precio es razonable, ya que acá no suelen hacer el argentinazo, es decir no ponen precios exorbitantes aunque sea finde largo. Nosotros pagamos 210 bolivianos el sábado y el domingo por el fin de semana largo, y además porque la única habitación disponible era una con cama matrimonial y dos camas más. El administrador, que se hace llamar "el profe Luna" porque es profesor de ajedrez, nos dijo que nos tenía que cobrar como si fuéramos 3 (70 Bs. por persona), pero que la noche del lunes nos la cobraba a 50 Bs cada uno (100 por la habitación). O sea que, en promedio, por las tres noches pagamos unos 170 Bs por noche: nada mal considerando que había lugares donde pedían 700 o donde llegaban a cobrar 300 Bs.
En Samaipata hay mucho por hacer aunque lo malo es que para casi todas las actividades hay que contratar una excursión y si uno suma, se le va bastante dinero con eso. Entonces tuvimos que seleccionar lo más potable para nosotros. Ayer fuimos a un sitio arqueológico llamado Fuerte de Samaipata, que fue declarado patrimonio de la humanidad en 1998 entre otras razones porque es un sitio pre incaico que se conserva muy bien. La verdad es que es muy lindo, hay una roca enorme toda tallada con distintos motivos zoomorfos y antropomorfos y tiene en los laterales nichos donde presuntamente se ubicaban estatuas o momias aunque lamentablemente la mayoría de esas reliquias fueron choreadas, como suele ocurrir. Luego fue ocupado por los incas, quienes construyeron una parte a su manera y finalmente por los españoles, quienes también dejaron sus construcciones. Por suerte nos tocó un día nublado, así que pudimos recorrerlo sin calcinarnos en exceso. Encontramos algunos mendocinos de Guaymallén en el Fuerte, que venían por un camino distinto al nuestro (desde Sucre, por el sur), y estuvieron en Valle Grande y La Higuera, el lugar donde mataron al Che Guevara.
Nosotros fuimos al Fuerte compartiendo un taxi con dos alemanes que están trabajando aquí en actividades vinculadas con la protección de los derechos humanos, especialmente con la violencia familiar. Realmente eran muy simpáticos y luego del paseo nos invitaron a almorzar junto con un matrimonio cruceño que los conocía (y su hijito), así que ahí seguimos la charla y nos pasamos las direcciones de mail.
Hoy fue nuestro último día completo en Samaipata, porque mañana vamos a Santa Cruz y de ahí a la Chiquitanía; por eso, decidimos aprovecharlo a full y después del almuerzo nos dirigimos a un lugar que se llama "los Chorros de las Cuevas" (en taxi de nuevo, lamentablemente no había otra opción porque está a 20 km de acá). Este nombre, que podría asociarse en Argentina con una banda de piratas del asfalto o con las tan mentadas "cuevas" de dólar paralelo, afortunadamente aquí sólo designa un lindo lugar donde se puede ir bordeando el río por una serie de pasarelas y caminos, y llegar a algunas cascadas donde refrescarse al estilo hidromasaje. Los alrededores son muy lindos y el día acompañó mucho. Tratamos de huir de las aglomeraciones estilo Mar del Plata, porque había bastante gente, pero por suerte nosotros llegamos mientras muchos se iban, y pudimos encontrar un rinconcito y unas cascadas donde estar medianamente tranquilos, refrescarnos y disfrutar de la tarde. Nos sorprendió mucho, en un momento, la llegada de un tipo grande y un grupo de muchachos que ostensiblemente pateaban para el otro lado (o, para decirlo delicadamente, se comían la galletita) y que no tenían mucho problema en mostrarlo. Decimos que es sorprendente porque Bolivia sigue siendo una sociedad tremendamente patriarcal y machista (con contadas excepciones), y suponemos que la intolerancia hacia los homosexuales es muy alta. Dos de ellos tenían una remera que decía "Grupo Juplas", y Google nos confirmó que efectivamente se trata de un grupo gay activista de Santa Cruz de la Sierra.
Algo que merece un párrafo en este viaje es el rubro de las empanadas. Las venimos probando desde Salta y Cachi, donde sabemos que son infalibles, pero también nos sorprendió bastante encontrarlas acá en Bolivia. Los bolivianos tienen dos nombres; "empanada" para las que son de queso (bastante chotas, tienen mucha masa y un queso feo y medio secón), y "salteñas" para las que son de charque, carne o pollo. Vic probó la salteña de carne en Tarija, cuando estaba recién hecha, y estaba muy buena. La masa era un poco más sequita que la argentina, como si tuviera harina de maíz, y el relleno era parecido a la empanada salteña, con carne, papa y verdeo. En otras regiones puede variar y llevar huevo, aceituna, etc. Pero lo más curioso es cuándo y cómo las comen. Si uno va por la zona del mercado a eso de las 9 o 10 de la mañana se encuentra con las mujeres vendiéndolas y las personas consumiéndolas (a veces fritas y con salsa de ají picante), o sea que para el mediodía normalmente no quedan. Aunque les parezca extraño, vimos algo parecido en Cachi: los foráneos comíamos empanadas al mediodía o a la noche, mientras los locales lo hacían a media mañana (fritas). No es extraño que el boliviano coma una comida completa como desayuno, con carne, papa y arroz; aunque a decir verdad, esta costumbre es habitual en toda Latinoamérica (como en Perú, Ecuador, México, etc.), o sea que los "raros" que desayunan "sólo" café con leche y tostadas venimos a ser nosotros.
Aunque no adoptamos la costumbre de desayunar tan pesado, sí terminamos acatando los horarios de almuerzo y cena, porque si no se corre el riesgo de no encontrar lugar donde comer. Los bolivianos suelen cortar todo de 12 a 14 para almorzar como algo sagrado, y en ese horario se puede almorzar rápido y muy bien a muy bajo precio (sopa, plato y "refresco" a 10 bolivianos: unos 6 o 7 pesos argentinos). La cena arranca a eso de las 18, hasta las 20 o 21 como máximo, así que estamos cenando tipo 20.30 hs, para felicidad de Vic y resignación de Sofi. A veces nos íbamos a dormir a las 22 hs porque ya no había nada más para hacer.
Una noche, aquí en Samaipata, como hay un poco más de oferta gastronómica, Sofi sugirió ir a una pizzería (la segunda que vemos en toda Bolivia) para variar un poco el menú, que a la hora de la cena generalmente es pollo "broaster" (= al spiedo). Lo desafortunado fue que era el restaurante más lento del universo: iban sirviendo de a UNA mesa por vez (y estaba lleno). Hasta que no terminaba un grupo de gente, no servian a otro. La cuestión es que esperamos una hora, algo inaudito en estas tierras. Teníamos un hambre de rinoceronte y la pizza, si bien estaba buena (nunca como en Argentina, pero era casera), no era tan abundante. Así que con eso escarmentamos y seguiremos comiendo el menú local, como corresponde.
Una última cosa que nos tiene pendientes de las noticias es que, desde hace algunos días, hay una protesta local que está cortando rutas en los caminos que llevan a Salta, Argentina (tanto Yacuiba-Salvador Mazza como Bermejo-Aguas Blancas), pero no por un conflicto con Argentina, sino por problemas entre el gobierno de Evo Morales y (aunque no lo crean) un grupo indígena. Parece que este segundo período le va a ser difícil, porque muchas personas de muchos lugares y clases sociales diferentes estaban disconformes con él. La cuestión es que, por ahora, sólo se puede volver via Villazón-La Quiaca, pero confiamos en que el conflicto se resuelva antes de que tengamos que regresar. Y en última instancia, nos queda la opción de cambiar un poco el itinerario de regreso.

No hay comentarios: