sábado, 6 de marzo de 2010

Chile: terremoto y después

Parece mentira que, apenitas después de haber estado en Chile, el pueblo chileno haya sufrido tanto en tan poco tiempo. Imagino que el país se debe haber transformado totalmente. Y lo peor son las repercusiones del sismo, que no les dan paz a los chilenos. Se sabe cuándo empezó el desastre, pero no cuándo va a terminar.

Una anécdota que creo que no figura en este blog, es que cuando estábamos pasando por Las Lajas (Catamarca), buscando dónde hacer camping (finalmente terminamos en el camping de Balcozna, con las consecuencias que ustedes ya conocen), paramos en un hotel/restaurant/camping, y justo se sintió un temblor: se agitaron todos los vidrios y la gente disparó para afuera, ¡hasta unos viejos que no debían haberse movido en todo el día!
Después nos enteramos que había habido un temblor con epicentro en La Rioja, pero no pasó a mayores. Me imagino que el día del terremoto chileno, en Mendoza se debe haber sentido muchísimo. Para los que no estamos acostumbrados, es algo que te descoloca, no tendés a reaccionar.

Desde acá nos solidarizamos con el pueblo chileno por lo mal que la están pasando. Estas son algunas direcciones para enviar ayuda:
Portal Google centralizando información: http://www.google.com/intl/es/relief/chileearthquake/
Donaciones materiales:
¿Dónde?:
Parroquia Santo Tomás Moro (Urquiza 1460 – Vicente López, Buenos Aires)
¿Qué?:
Se reciben medicamentos, pañales, frazadas y agua mineral para enviar a Chile. Se necesitan antifebriles, antiinflamatorios y antibióticos.
¿Cuándo?:
Se recepcionarán los días 1, 2 y 3 de Marzo de 10 a 18 hrs.
Contacto:
redsolidaria@fibertel.com.ar y al teléfono 011 4791 5184.
También recomiendo la página Chile Ayuda: http://chileayuda.com/

Además, para la gente de La Plata, hasta el 30 de marzo tienen tiempo para llevar alimentos no perecederos, frazadas, pañales y ropa en buen estado a la Presidencia de la Universidad Nacional de La Plata: 7 nº 776, de 7 a 19 hs, en el hall de entrada.

martes, 9 de febrero de 2010

Postales chilenas



Chile 2010 /3 + Catamarca 2010 /3 + La Rioja y San Luis 2010 /1

Estamos en La Plata, llegamos ayer (sábado 6 de febrero) a la noche y disfrutamos de unas tartas que teníamos congeladas en el freezer, así que quizás este último post no tiene lo pintoresco de estar en algún cyber catamarqueño rodeados de niños jugando a jueguitos en red, pero queríamos completar el relato de viaje.

Nuestra última entrada fue desde Chañaral, Chile, haciendo tiempo en el cyber para que llegara el encargado de "engrase" de la COPEC (el equivalente a la YPF en Chile), porque la palanca de cambio hacía ruido. Le pusimos como 1 litro de aceite a la caja de cambios (quizás se había resecado debido al viaje, el polvo y la sequedad del clima), así que debe estar mejor ahora, pero el ruido siguió hasta nuestro regreso. También seguimos hasta La Plata con el soporte de motor roto, que aguantó porque periódicamente le cambiamos la goma que emparchaba el problema sin solucionarlo.
Esa tarde (lunes 1 de febrero) volvimos al Parque e hicimos una caminata hasta un mirador que hay y permite tener una vista del parque, porque el tiempo no se componía y no podíamos hacer playa. El camino es mitad en auto y mitad peatonal, y el ripio de la primera parte está tan malo que se nos salió la goma que nos habían puesto en Fiambalá, así que al día siguiente tuvimos que volver a Chañaral para resolver ese problema (conseguir un mecánico que nos pusiera otra gomita para evitar que el motor vibrara y se moviera). La caminata era ideal para hacer con el día nublado, porque el paisaje es árido y al rayo del sol debe ser insoportable. Lo bueno fue que a la vuelta vimos varios zorritos, cuando ya empezábamos a descreer en la existencia de vida en ese Parque y en toda esa región de Chile. Lo malo fue que se nos hizo tarde, y llegamos pasadas las 19, por lo que no nos pudimos bañar: en el camping las duchas se abren sólo de 17 a 19 debido a la escasez deagua en la zona, y encima son de agua fría (acampar con agua fría cuesta unos $35 por persona; con agua caliente, $50... y además no se permite lavar ropa, sólo vajilla). Así que no sólo estaba sucia nuestra ropa, sino también nosotros.
Nos lavamos las cabezas en el lavabo con shampoo para sentirnos un poco más limpios, y tuvimos que tirar sucios hasta el día siguiente. Lo único bueno es que el clima seco no te hace transpirar, y menos con los días nublados y fríos que nos tocaron a nosotros.
Al día siguiente (martes 2) a la mañana partimos nuevamente a Chañaral en busca de mecánico. El parque está como a 30 km de esa ciudad, por un camino bueno, gracias a Dios. ¡Creemos que este viaje fue el que más nos hizo recurrir a mecánicos, desgraciadamente! Pero tuvimos bastante suerte porque nunca nos cobraron nada, o nos cobraron una suma irrisoria por resolver los problemas que tuvimos.
Cerca de Chañaral, no en el parque, sino para el lado contrario, habíamos visto un cartel que decía "Lobera", así que luego de solucionar el tema de la famosa gomita que sostenía el soporte del motor del auto, nos dirigimos hacia allá. Metiéndose un poco a pie desde la ruta, se llegaba a un mirador natural que daba al mar, donde había unas rocas enormes llenas de pelícanos y un poco más lejos, lobos marinos. Así que nos entretuvimos un rato allí.
Luego, retornamos a Pan de Azúcar, ya que teníamos tiempo hasta las 17 horas para permanecer en el camping. Averiguamos por una excursión que se hacía a la isla Pan de Azúcar, que está justo frente al camping, donde hay pinguinos de Humboldt y lobos marinos, y afortunadamente, el barquito salía en 15 minutos. Si bien era medio cara ($50 por persona), nos parecía que valía la pena, porque no habíamos podido hacer demasiado en el parque, y habíamos descartado el sendero al otro mirador porque tenía un camino más largo de ripio que nos hacía temer por el bienestar del auto: ¡queríamos poder volver a Argentina!
Quienes organizaban las excursiones eran un grupo de pescadores de la zona, y el que ofició de guía era un viejo (suponemos que era pescador, o ex mercader de guano) a quien le faltaba una mano y en su lugar tenía un garfio: ¡¡sí!! ¡Era el auténtico capitan Hook, enemigo de Peter Pan! ¡Es verdad, juramos que era cierto! Le decíamos "Capitán Stif", porque así se llamaba la empresa.
La excursión se atrasó un poco y en vez de salir a las 14, como estaba programado, salió como a las 15. Nos embarcamos en una especie de barca a motor (entraríamos unas 15 personas), con el amigo Stif o Hook en la popa, quien nos iba indicando qué aves o animales veíamos. Era muy gracioso, porque no tenía mucho de guía turístico. Cuando había pinguinos, decía "¡Los más blancos son los nuevos!" (lo que significaba que los de pelaje blanco eran las crías). Luego, vimos unos lobos de mar que estaban durmiendo en unas rocas, y les gritó "¡Eh, lobo!", y luego chifló. El lobo se despabiló, bostezó y nos miró con cara de "no me molesten, estoy durmiendo la siesta" y luego siguió durmiendo. También vimos nutrias de mar (chungungos), varias clases de aves, lagartos, erizos de mar, realmente fue muy lindo.
La excursión duró como una hora y veinte, así que luego nos fuimos para el camping a almorzar algo y desarmar la carpa para irnos. Previsoramente, no habíamos comido nada, por miedo a que el mareo en el barquito nos diera alguna sorpresa desagradable, e hicimos lo correcto, porque en un momento salimos a mar abierto y se bamboleaba bastante!
Para variar, cuando estábamos terminando de comer y comenzando a desarmar la carpa, el cielo lentamente empezó a despejarse, y para cuando habíamos guardado todo, se veía el cielo azul espectacular, y el mar, turquesa y brillante. Una lástima, pero ya no podíamos quedarnos más días en Chile... Por lo menos nos dio una idea del aspecto del parque a pleno sol, y la verdad es que cambia muchísimo. Sacamos unas fotos para testimoniar ese lindo momento (y decirles a todos que los días estuvieron espectaculares y que no paramos de bañarnos en el mar), y partimos nuevamente hacia Chañaral, donde nos alojamos en unas habitaciones que alquilaba una señora en su casa, para poder dormir bien y salir temprano hacia el Paso San Francisco. Por suerte, el precio de la habitación no era tan zarpado como en Copiapó, nos costó unos $70 por los dos, y realmente era un muy lindo lugar.
Como era la última noche en Chile y las cosas no nos habían salido tan mal económicamente (a pesar de que nos desfavorece el cambio), rompimos el chanchito y salimos en busca de algún pescado rico para comer. Pedimos congrio, que es el más típico de esa región de Chile: lo hacían muy rico, como dicen ellos, "con salsa", que es los que nosotros llamamos "a la marinera" (rebozado con huevo y harina y frito), y nos lo sirvieron con arroz (Sofi) y ensalada chilena de tomate, cebolla y cilantro (Vic). Comimos muy bien, no nos salió tan caro para ser Chile, y para culminar fuimos a otro lado en busca de un heladito. Son industriales y bastante flojos, pero Sofi pudo pedir de lúcuma. Nos tomamos el taxi más caro del mundo ($15 por hacer sólo unas cuadras) y a la cama.
El miércoles 3 salimos bien temprano por la mañana (nos levantamos tipo 6 y salimos como a las 8), y fuimos por el otro camino que lleva al Paso San Francisco, con referencias de que éste era más amable que el anterior, aunque en total eran más kilómetros, porque esta vez partíamos desde Chañaral, que está sobre la costa. En un momento equivocamos el camino y terminamos en una especie de destilería en lo alto de un cerro, que tenía una pinta de ultra-contaminante impresionante. Parecía la destilería de Ensenada, pero tenía 3 chimeneas en vez de una, al mejor estilo de la planta nuclear del Señor Burns de Los Simpsons.
En el camino pasamos por un par de pueblos mineros bastante grises, aunque en uno de ellos recargamos combustible para llegar sin problemas a Argentina. Lo interesante, ya llegando al límite con Argentina, es que como era otro momento del día los paisajes se veían totalmente distintos, y además ahora íbamos en la dirección contraria. La Laguna Verde que está entre el control de Carabineros de Chile (Maricunga) y el límite (Paso de San Francisco) nos pareció aún más espectacular que a la ida, pero los últimos kilómetros de ripio antes del tan ansiado asfalto nos hicieron sufrir bastante.
Después del control de los Carabineros chilenos el auto se nos recalentó dos veces, quizás por el apunamiento y el esfuerzo. Aunque paramos para almorzar mientras esperábamos que bajara la temperatura, no se componía. Paramos nuevamente y al ratito pasaron unos camioneros chilenos, que se bajaron a ayudarnos y nos dieron la clave: viajar "con la calefa al máximo". Santo remedio: como afuera hacía frío por la puna y la altura, compensábamos el sol y la calefacción abriendo los vidrios del auto. Así logramos llegar al lado argentino.
Pasamos por la aduana argentina como a las 17; Sofi estaba bastante grogui por el apunamiento. A la ida no habíamos sentido la altura, pero a la vuelta le pegó mal, tal vez por el cansancio y el traqueteo. Al llegar a la parte argentina, todo se convierte en un placer, porque la ruta es espectacular, asfaltada y baja gradualmente. Además, se ven vicuñas, y en un laguito, ¡flamencos y patos! Paramos en Fiambalá para reponernos del viaje, y hacía bastante calor porque había una especie de viento zonda (un viento caluroso que da la sensación de que te atacan con lanzallamas). Nos refrescamos con una gaseosa y una chocolatada, y seguimos hasta Tinogasta. Ahí conseguimos un hostel lindo para pasar la noche y seguir al día siguiente hasta Villa Elena (San Luis), donde pasaríamos las dos últimas noches.
Salimos al día siguiente (jueves 4) rumbo a tierras puntanas, y para ello tuvimos que atravesar toda la provincia de La Rioja. Aprovechamos para pasar por una región a la que llaman "la costa", no porque esté cerca del mar, sino porque está sobre "la costa" de una cadena de cerros. Son pueblitos chicos y pintorescos, y entre ellos figura uno que se hizo famoso por su bodega, su pista de aceitunas y una de sus avenidas: ¡Anillaco, la cuna de Carlos Saúl M.! Allá paramos para comprar unas empanadas y algunos regionales y sacar algunas fotos, incluyendo una en la avenida del presidente de la década del '90. También nos encantó el último pueblo de la costa riojana, Sanagasta, donde paramos a almorzar y compramos algunas cosas más: se veía muy tranquilo y pintoresco. Hicimos escala en la capital provincial homónima para acomodar (una vez más) la famosa gomita del soporte, y después seguimos viaje tratando de detenernos lo menos posible, porque aún nos quedaba un tramo largo por recorrer.
Ya anochecía cuando llegamos a Merlo, y de ahí bajamos unos 20 kilómetros al sur, en busca de Villa Elena, que está pegado a Cortaderas, pero en dirección al cerro (en nuestro atlas de ruta no figuraba, ni siquiera). Nos atendió el señor del Autocamping, un personaje que se hacía llamar "Bocha", y acampamos ya de noche, comimos algo y nos fuimos a dormir, con la intención de aprovechar el día siguiente, el último de nuestras vacaciones.
Habíamos estado en la zona unos 5 días, allá por el 2005, y varios de ellos nos habían tocado feos o nublados, lo cual nos había hecho dudar seriamente de la existencia del famoso "microclima" de Merlo, o más bien nos había hecho convencernos de que éste tiene un microclima... de mierda. El último día habíamos visitado Villa Elena y no pudimos bañarnos en el río, así que intentamos darle otra oportunidad en este viaje.
Pero desgraciadamente el viernes 5 de febrero de 2010 amaneció nublado, y para empeorarlo tuvimos que lavar ropa, lo cual era casi un llamado a la lluvia.
Como nuestra intención era disfrutar del último día sí o sí, decidimos ir con el auto hasta donde hubiera sol y un río en el que bañarnos. Felizmente, nos acordamos de Panaholma, un lugar de Córdoba cercano a Merlo que no está pegado a la sierra y por lo tanto no junta tantas nubes. El pálpito tuvo éxito, porque cuando pasábamos Mina Clavero y Cura Brochero las nubes quedaban atrás, y en Panaholma pudimos disfrutar de un día a pleno sol. El río traía mucha agua y era cálido, y aunque había bastante gente la onda era familiar y tranquila. Fue una muy linda tarde y un buen cierre de las vacaciones; a la noche fuimos a comer a un restorancito lindo que estaba enfrente del camping, Sofi pidió un crèpe de choclo y yo me castigué con un chivito al disco con vegetales y papas fritas (que pasó factura al día siguiente, debo decir).
A la noche llovió bastante, y eso retrasó nuestra partida el sábado 6 porque queríamos secar la carpa antes de guardarla. Tuvimos un viaje largo, como de 11 o 12 horas, pero la ruta nacional 7 estaba bastante buena. Para deleite de Sofi, a la altura de la provincia de Buenos Aires pasamos junto a muchas lagunas llenas de avifauna (toda la que no vimos en la Laguna de Mar Chiquita). Para variar, había carteles que decían "Prohibido pescar", y al lado, gente pescando.
Cuando ya se hacía de noche y el tránsito se ponía pesado enganchamos la Autopista Luján-Buenos Aires y posteriormente la Autopista a La Plata. Estuvimos pensando qué hacer el año que viene, porque ya casi se nos acabaron las provincias por recorrer...! Pero bueno, aún tenemos un año para pensarlo.

Gracias a los que nos leyeron hasta acá; esperamos que les haya gustado el relato y que nos visiten de nuevo pronto.

lunes, 1 de febrero de 2010

Chile 2010 /2

¡Bueno! Acá estamos, haciendo tiempo para que el centro de engrase de la COPEC (el equivalante de YPF en Chile) abra y nos revisen la grasa de la caja de cambios del castigado Clio. Hay que decir que, más allá del trastorno en Londres y sus consecuencias, el autito se la viene bancando bien,> sobre todo teniendo en cuenta que ha pasado por todos los climas... literalmente. Estamos en la ciudad de Chañaral, un simpático puerto cercano al Parque Nacional Pan de Azúcar, al norte de la III región chilena de Atacama (para que se ubiquen: seguimos a la altura de Catamarca).

Los habíamos dejado en Copiapó, un poco preocupados por los precios de las cosas, pero particularmente por los precios de los alojamientos, que nos habían parecido imposibles. Nuestro temor era que los campings no les fueran a la zaga y tuviéramos que acotar nuestra estadía en Chile por un tema de pe$os. Afortunadamente, el panorama cambió para mejor.
El viernes 29 de enero dejamos Copiapó para ir hacia la parte costera, porque hasta ese momento aún no habíamos visto el mar. Antes pasamos por un supermercado y nos aprovisionamos de todo lo necesario, porque cuanto más alejado, más se encarecía el precio de las cosas, o eso nos dijeron. No nos costó demasiado comprar todo marca "Líder" (el equivalente a las marcas Great Value, Coto, SouBles o Carrefour de allá), y así salvamos el presupuesto.
Salteamos la ciudad portuaria-turística de Caldera y nos fuimos unos 10 km al sur, a un lugar que nos habían recomendado llamado Bahía Inglesa, en busca de campings accesibles.La primera visión del mar fue impresionante: veníamos de un desierto caluroso donde literalmente no hay NADA más que arena (caracterizado con el dudoso mérito de ser "el desierto más árido del mundo"!), y de pronto apareció el Pacífico ante nosotros, de un azul profundo, y la vista de playas espectaculares.
Fuimos a un camping pegado a Bahía Inglesa, y ahí nos querían cobrar el equivalente a $150 por día... ¡sólo para acampar! Pero el camping siguiente nos salvó: dependía del municipio de Caldera y nos salía sólo $40 (los dos) por día incluyendo las duchas, que se cobran aparte por el tema de la escasez de agua. Los administradores eran muy simpáticos y teníamos una playa espectacular justo enfrente, playa "Las Machas", así que sin dudar demasiado instalamos la carpa y salimos a caminar por la playa hasta Bahía Inglesa. Antes de emprender la caminata, un hombre se nos acercó con una canastita que sospechosamente le resultó familiar a Sofi: ¡vendía Dulces de la Ligua! Así que tuvimos que comprarle, estaban riquísimos. Para los que no saben, los dulces de la Ligua son una especie de facturas riquísimas que se venden por todo Chile, y que comimos con mate en los días siguientes.
Bahía Inglesa es como un mini-Punta del Este o Pinamar chileno, tiene una peatonal y está lleno de negocios y gente top. Es muy llamativa la cantidad de 4 x 4 que se ven, que opaca a los pocos autos "comunes" como el nuestro. Al parecer, los chilenos están transitando algo similar a lo que fueron los '90 en Argentina; y más ahora, que acaban de elegir a Piñera, un presidente de derecha (el dueño de Lan Chile, calculamos que es como un De Narváez chileno, pero canoso).
Al día siguiente, nos fuimos a recorrer las numerosas playas que hay por la zona. La característica es que hay una ruta costera y uno va pasando por una sucesión de playas prácticamente desiertas, donde hay bastante gente haciendo camping libre, por lo que se ve una especie de "tolderías". Lo curioso es que quienes hacen camping libre tienen también unas 4 x 4 terribles, es decir que no es por falta de recursos sino por gusto que lo hacen.
Nos habían dicho que había una playa muy hermosa llamada La Virgen, pero no nos animamos a entrar porque había como 6 km de ripio en muy mal estado para llegar y no queremos castigar más al pobre auto, en pos de el retorno que nos espera. Así que paramos en otra, llamada Bahía Cisne, también espectacular. Lo único malo fue que no pudimos bañarnos porque soplaba mucho viento y el agua estaba bastante congelada, según cató Vic.
Luego, retornamos al camping y pudimos comprobar cómo se iba llenando paulatinamente, ya que era sábado. (Al parecer, la costumbre de pasar el fin de semana haciendo quilombo en los camping trasciende la frontera.) Nos tocaron de vecinos un par de familias muy quilomberas, que ponían música fuerte. Cuando nos estábamos yendo a dormir les pedimos que la bajaran y lo hicieron, pero a las 4:30 de la matina nos despertamos y la música estaba al taco. Así que Vic salió de la carpa y directamente les pidió que apagaran la música. Los hombres estaban ya borrachos y lo putearon "en chileno", pero las esposas dijeron que se iban a encargar. Estuvimos escuchando los gritos de los borrachines como hasta las 5:30, así que al día siguiente hablamos con los encargados del camping y nos dijeron que les hubiéramos avisado antes, que en esos casos, les pedían que se retiraran, directamente. Igualmente, fueron y literalmente los cagaron a pedos, así que más tarde los tipos vinieron a pedirnos disculpas.
Como estábamos medio desanimados por el panorama (camping repleto, instalaciones saturadas y sucias, vecinos maleducados), decidimos levantar la carpita y rumbear hacia Chañaral, donde estamos ahora. Entramos directo al Parque Nacional Pan de Azúcar, donde hay 4 campings, y nos quedamos en uno que es "ecológico": tiene construcciones de adobe y paja y usa energía solar. Los lugares para poner las carpas son unos quinchitos con mesa y sillas, y espacio para hacer fuego, realmente muy lindos, frente al mar. Es un poco más caro (unos $ 35 argentinos por persona), pero vale la pena. La lástima es que está bastante nublado y eso impide que podamos disfrutar del paisaje en todo su esplendor. Pero nos da la excusa perfecta para que hagamos un sendero a pie y lleguemos a un mirador desde donde se ve bastante del Parque.
Nos quedaremos una noche más en el camping y luego en un alojamiento en Chañaral, para salir bien temprano a cruzar nuevamente por el Paso San Francisco el miércoles 3 de febrero. Como venimos bastante bien con el presupuesto, nuestra intención es salir a comer la última noche y castigarnos con algo del famoso pescado y marisco chileno.Esta vez, vamos a volver a la Argentina por otro camino para evitar la Cuesta de Codoceo (donde nevó). ¡Esperemos encontrar cuestas más benignas en lo que resta del viaje, o directamente, ninguna cuesta!Luego pasaremos una noche en Tinogasta, y de ahí iremos a Villa Elena (cerca de Merlo, San Luis), donde estaremos dos noches. Por lo tanto, llegaremos a La Plata el sábado 6 de febrero.
Desde Argentina seguramente escribiremos un último post para que se enteren cómo fue el regreso.

viernes, 29 de enero de 2010

Catamarca 2010 /3 + Chile 2010 /1

¡Hola weones!
Bueno, aunque no lo crean, estamos acá, en la república de Chile, usando la tabla del 100 hasta más no poder, porque el cambio es $1 arg. = $100 chilenos. Cruzamos la frontera Argentina-Chile ayer (jueves 28 de enero), en un durísimo periplo.

Pero antes los habíamos dejado en Belén, cerca de Londres, apresurados por el dueño del cyber que cerraba por siesta, como pasa con todo lo catamarqueño. No sé si llegamos a contarles que tuvimos un trastorno en Londres, por una cuneta en una de sus plazas, muy profunda, que no está señalizada. La habíamos agarrado a la ida sin mayores consecuencias, pero a la vuelta tuvimos un golpe muy fuerte y el Clio se jodió. Buscamos mecánico en Belén y éste nos dijo que había sido el chapón de abajo, que se había doblado, pero que nada fundamental se había roto. O sea que, por más que el auto hacía ruido en bajas revoluciones, no nos preocupamos. Después nos encaminamos a Tinogasta y Fiambalá, los pueblos que están al oeste de la provincia de Catamarca, y cerca de la cordillera. Tinogasta resultó ser una ciudad relativamente grande, y Fiambalá, un pueblito chico de viñedos y regionales que se activó y cobró vida por el Dakar y la concurrencia chilena, que es muchísima. Decidimos pasar Tinogasta y quedarnos en Fiambalá, con la idea de parar en Tinogasta a la vuelta, cuando regresáramos de Chile.
En Fiambalá hay unas termas muy famosas, con buenas instalaciones y camping, aunque algo caras: entre camping, vehículo y entrada acampar nos salía $45 por día. Además, el problema que tuvimos fue que hay una cuesta terrible antes de llegar a las Termas, y el Clio se apunaba en mitad de la cuesta (Fiambalá está a 1800 msnm, y las termas deben estar a 2000) y no podía remontarla. A todo esto, el ruido a desperfecto de Londres era más fuerte que nunca. Nos asustamos y decidimos postergar las termas hasta que resolviéramos el problema mecánico. Así que recalamos en un camping que está a la entrada del pueblo, todo nuevito y recién inaugurado por el Dakar, y además barato. Buscamos mecánico y dimos con don Beto Chayle, quien nos enderezó el chapón y nos dijo que se había roto el soporte del motor que está en la parte de arriba, y que impide que el motor "salte". Como ocurre en las provincias, los repuestos se piden en las capitales o incluso se mandan pedir de Córdoba o Buenos Aires, así que repuestos, no había. Nos puso unas gomas vulcanizadas para impedir que el soporte haga juego (y por ende, ruido), nos mandó a cambiar el filtro de gasoil para que rindiera mejor el auto, y por todo el trabajo nos cobró... ¡$40!
Por suerte en Fiambalá hablamos con una señora que nos advirtió que el combustible de allá está adulterado, y por más suerte aún habíamos decidido llenar con Eurodiesel el tanque y los dos bidones de 5 litros en la YPF de Tinogasta, porque nos habían dicho que la estación de Fiambalá era "sin bandera". Habíamos tomado esa precaución porque sabíamos que desde Fiambalá hasta Copiapó o Salvador (Chile), no había estaciones de servicio, y eran como casi 500 km sin combustible. Además, yo (Vic) había comprado un aditivo en La Plata para mejorar el rendimiento del auto cuando cruzáramos el paso.
Para los que no lo saben, el cruce a Chile implica ir subiendo hasta llegar a los 4700 msnm. El mecánico nos asesoró sobre cómo convenía manejar el auto en altura para que no se "apune" y pierda potencia, así que el Clio iba subiendo despacito pero firme, y "fumando" aceite y gasoil de lo lindo (dejábamos una humareda peor que la de los colectivos de Buenos Aires).
Lamentablemente, tuvimos que resignar las termas de Fiambalá, que para colmo todo el mundo alababa y decía que era "imposible" no visitar, porque si no, no nos alcanzaban los días para venir a Chile y luego regresar. Así que ayer (jueves 28) nos levantamos a las 6 de la mañana para tener tiempo de desarmar la carpa y emprender el viaje a tierras chilenas. El mecánico nos había aconsejado cruzar la frontera antes de las 11 de la mañana, para evitar el calor y el apunamiento del auto y nuestro. Previsoramente, también compramos hojas de coca para ir mascando, que es el mejor y más antiguo remedio para el mal de las alturas.
El camino del lado argentino es muy bueno, todo asfaltado y gradual, prácticamente sin curvas. Realmente hay unos paisajes hermosos, montañas de colores, un laguito de altura donde vimos flamencos rosados, patos, vicuñas. Íbamos disfrutando mucho y sacando fotos. Llegamos al límite como 9:45, excelente timing... Pero al llegar, nos dijeron que hacía 10 minutos había cerrado la frontera del lado chileno porque la noche anterior les había caído un rayo a los Carabineros (el equivalente a Gendarmería en Chile) sobre el generador eléctrico, y ahora estaban sin luz, ¿pueden creerlo? En fin, tuvimos que esperar como 2 horas para que nos dejaran pasar y ahí el timing se fue al diablo...! El camino sigue subiendo y se pasa por una laguna llamada "Verde" por el color de sus aguas, es verdaderamente increíble. También se ven dos cerros de más de 6.000 metros de altura, el Incahuasi y el San Francisco, que están nevados y son realmente impactantes. Hay muchos andinistas en la zona que están aclimatándose para escalarlos.
Del lado chileno comienza el ripio, ya que se ve que no les interesa mucho el paso hacia Argentina, y ahí comienzan también los dolores de cabeza. En líneas generales, está bastante potable, salvo una parte que es la cuesta del río Lamas, que no estaba señalizada. Luego llegamos al control fronterizo, donde están los carabineros, que realmente fueron muy amables, aunque exhaustivos en su revisación, ya que no se pueden pasar frutas ni vegetales ni productos de origen vacuno ni lácteos. Como lo sabíamos, habíamos comido todo lo fresco. Lo que nos dijeron es que la yerba es considerada "producto vegetal" y nos advirtieron que la próxima vez debíamos declararla como tal. ¡Realmente nos pareció absurdo!Luego del control, para ir a Copiapó debíamos sortear la Cuesta de Codoceo, a 4200 msnm. Los carabineros nos habían dicho que manejáramos con cuidado porque estaba cayendo "agua nieve" y que esperaban nevada para la noche, recién. Cabe destacar que del lado argentino había un sol radiante. Comenzamos el camino con una llovizna, que al ir acercándonos a la cuesta se convertía más y más en nevisca y luego directamente en ¡NIEVE! La joda era que justamente se trataba de una cuesta, por lo que había curvas, subidas y bajadas, momentos de camino de cornisa, y la nevada nos venía de frente, así que disminuía la visión. Hasta los carteles de señalización estaban completamente cubiertos de nieve, y el camino, por momentos también. Sinceramente estábamos cagados hasta las patas, más el conductor, que debía sortear tamaños obstáculos por primera vez en su vida.
Por suerte, la cuesta duraba unos 28 km, así que fue un sufrimiento acotado. Luego, al ir bajando, la nieve se transformó en lluvia, y más adelante, en sol radiante y calor, a medida que nos acercábamos a Copiapó. (A los que sean creyentes, el conductor les pide que les agradezcan a Dios y a la Virgen por habernos sacado de ésta.)
El camino hacia Copiapó es aburridísimo, no hay NADA más que minas, ni un poblado en 235 km, y es muy árido. Tampoco hay asfalto, sino "bichufita" (así le llaman acá a una especie de consolidado o cuasi asfalto en estado regular). Pero bueno, nos armamos de paciencia y llegamos a Copiapó exhaustos a las 17:45 hs.Es una ciudad de unos 150.000 habitantes, bastante linda, sobre todo en el centro, en torno a la plaza. Las playas están a unos 70 km, porque la ciudad no está sobre la costa, así que ahora iremos hacia allá, a buscar alguna playa linda para acampar y pasar unas cuatro noches por aquí. Los precios son ridículamente altos, sobre todo en alojamiento. Ayer nos costó mucho conseguir un residencial donde pernoctar, porque por lugares espantosos y sórdidos, tipo conventillo, nos pedían ¡¡$250 argentinos!! Los hoteles cuestan de $350 para arriba la habitación doble, carísimo hasta para un europeo. El diesel, por suerte, está sólo un poquito más caro que en Argentina (a diferencia de la nafta o "bencina", que vale el doble), y con la comida hay que rebuscarse un poco. Ayer queríamos comer pizza, y en un lugar medio choto, para llevar, nos querían cobrar ¡$50! Finalmente, comimos unos panchos, que acá los hacen riquísimos y muy completos (de ahí su nombre, "completos"), por $12 (los dos).
Ahora iremos a buscar camping al lado de una linda playa, para lograr el merecido descanso. Nos desalienta también que los camping son caros. En Pan de Azúcar, donde queríamos ir, cuesta $ 50 por persona por día el acampar, lo cual es un robo! En Catamarca, y en el resto del país, los camping oscilan entre $10 y $30 por persona, como muuuuy caro. Veremos si tenemos más suerte en la búsqueda de precios.
Un punto polémico, por el trauma con el que quedó el conductor, es si volveremos por el mismo paso a Argentina (pero yendo por Diego de Almagro en lugar de Copiapó, para evitar la "cuesta de la nieve"), o si bajaremos al "Paso de Agua Negra", que sale a San Juan y está íntegramente asfaltado. Ayer nos desalentó el dueño del hospedaje, que nos decía que ese paso "estaba malo". Lo que habría que preguntarse, en todo caso, es si el paso que hicimos ayer "esta bueno"?? Del lado argentino es excelente, pero en el lado chileno tuvimos toda esa aventura que acabamos de describir.
Esperamos poder escribir de nuevo desde Caldera o Chañaral, los pueblos costeros de esta región por los que pasaremos. Deseénnos suerte con la búsqueda de camping...

martes, 26 de enero de 2010

Catamarca 2010 /2

Nuestro viaje nos llevó tan lejos que incluso atravesamos el Atlántico para conocer Belén... Bueno, en realidad sólo atravesamos las rutas catamarqueñas para llegar a esta linda ciudad, bastante modernizada en los últimos años.

Retomamos nuestro relato viajero: partimos el viernes 22 de enero desde La Puerta, con la intención de rumbear hacia Anquincila, donde los folletos nos prometían pinturas rupestres y ríos. Llegamos luego de pasar la Cuesta del Potrerillo (este parece ser el viaje de las cuestas, ya pasamos tres y aún nos queda una más por pasar), que es muy linda, y un punto panorámico desde donde se ve todo San Fernando del Valle de Catamarca.

Foto fugaz de nuestro paso por el "Pueblo perdido de la quebrada", unas ruinas encontradas recientemente a muy pocos kilómetros de la capital catamarqueña.
Según Sofía, con la vincha parezco uno de "los chicos de Fama".

Vistas panorámicas desde la Cuesta del Potrerillo.

Llegamos hasta Anquincila, que está bastante alto, y comprobamos que el río tenía poca agua. Para colmo, era viernes, y el fin de semana iba a pasar un rally por allí (¡no el Dakar, sino otro!), lo que implicaba que todo el alojamiento iba a estar colmado, inclusive el único camping existente, que era el municipal. Así que, aunque el lugar es muy lindo, decidimos seguir hasta el próximo pueblo, que es Ancasti, pero tampoco tuvimos suerte con el alojamiento. Entonces, tomamos aliento y seguimos un poco más, hasta Icaño, una ciudad que definitivamente no es turística, pero no teníamos muchas opciones. Supuestamente, había río, pero también estaba más seco que lengua de loro...! Buscamos alojamiento luego de desalentarnos con el estado calamitoso del camping municipal (único lugar para acampar) y después de hacer un profundo sondeo, dimos con un maestro jubilado que tenía habitaciones para alquilar. El hombre era muy macanudo y nos recomendó un par de puntos de interés para visitar, cosa que hicimos. Nos dijo que las pinturas rupestres están a como a 6 km y hay que ir a pie, así que desistimos de esa empresa por el momento... Tampoco valía la pena quedarnos dos noches, así que lo descartamos. Se suma a la larga lista de "cosas que visitaremos la próxima". Lo que sí pudimos hacer fu visitar las ruinas del antiguo pueblo, conocidas como Icaño Viejo. Sacamos unas fotos, tomamos mate en la toma de agua que había ahí cerca y nos dimos por satisfechos.

Algunas fotos en Icaño Viejo.

Por suerte, como era viernes a la noche la gente se juntó en la plaza, había una mini-feria donde nos castigamos con choripanes, ensalada de fruta, pastelitos y helado (¡!). Además, tocó un grupo folklórico, aunque no catamarqueño, sino de Buenos Aires: los Maileños (¿por "e-mail"?), que venían de "la ciudad de Longchamps", o al menos así la llamaban.
Al día siguiente (sábado 23) hicimos un viaje largo hacia Belén y Londres.

Postales de la ruta 40, camino a Belén y Londres.

Londres, a diferencia de Belén, es un pueblo muy típico y pintoresco, de casas de adobe. Acá, finalmente, conseguimos un camping decente a 10 km de Belén, en Puerta de San José, así que decidimos quedarnos tres noches para recorrer un poco la zona, ruinas incaicas y aguas termales mediante. Con algunas cosas nos fue bien, y con otras, más o menos. Uno de los puntos positivos a resaltar de esta provincia es que Vialidad está trabajando para poner en buenas condiciones sus rutas: tenemos un atlas de rutas del 2007 y muchos de los caminos que ahí figuran como de ripio ya tienen asfalto, incluyendo el de Antofagasta (el pueblo más típico de la puna catamarqueña y, según dicen, el más parecido a Salta y Jujuy en su paisaje y su gente), que parece que muy pronto estará íntegramente asfaltado. Con Antofagasta tuvimos mala suerte: teníamos muchas ganas de conocerlo, pero no nos animamos a ir con el auto porque a pesar del asfalto aún quedan unos 100 km de ripio desde Belén, y habíamos castigado duramente al Clío en Londres. Ahí, en la que llaman "la primera plaza" (porque Belén, curiosamente, tiene dos, cada una con su iglesia) hay una cuneta muy profunda que no está señalizada, y la agarramos a mucha velocidad y el auto dio un gran salto. Tuvimos que ir al mecánico en Belén, y éste nos dijo que no habíamos tenido más daños que el haber abollado un poco el chapón de abajo, pero el auto, afortunadamente, estaba sano. Esto nos disuadió de intentar ir a Antofagasta por nuestros propios medios (es decir, con el auto), y tampoco tuvimos suerte con el único colectivo que hay hasta allá: sale sólo los miércoles y viernes, por lo que no nos daban los días. Llegamos a Belén el sábado y no podemos quedarnos tantos días esperando al Antofagasteño. Y como también queremos ir a Chile, terminamos descartando Antofagasta y priorizando el cruce al país hermano.

Otro chasco fueron las Termas de Villa Vil, que nos tentaron por un folleto bien diseñado y muy colorido, y resultaron ser dos casuchas a las que se llega por un camino de ripio bastante feo, con unos piletones muy tristes.

Tristeza en las "termas" de Villa Vil (el nombre debería haber servido como advertencia).

Sí pudimos visitar satisfactoriamente, en cambio, las ruinas incaicas de Hualfín y "El Shinkal" (por suerte estaba nublado, ideal para ese tipo de turismo), y también nos bañamos en las termas de Hualfín, que están junto a unos cerros muy pintorescos. Ahí conocimos a tres viejos checos que andaban recorriendo el país en un auto alquilado. Sólo uno hablaba castellano y los tres tenían un olor a chivo que volteaba (quién sabe cuándo se habrían bañado por última vez), pero nos quedamos charlando con ellos, recomendándoles lugares y nos regalaron un pin muy lindo con un cactus, que dice algo en checo. Su viaje era mitad real y mitad futuro, porque
mezclaban los tiempos del pasado y futuro y no se entendía si ya habían conocido la Patagonia o si planeaban ir hacia allá.

Las infaltables cactáceas, creciendo entre las ruinas de Hualfín.

Vista del Shinkal, que recuerda (vagamente) a Sacsayhuamán (Perú).
Es una lástima que su museo esté venido a menos.


Hoy (martes 26) estamos saliendo para Tinogasta y Fiambalá, donde estaremos 2 noches, y de ahí vamos a remontar el paso de San Francisco, que cruza a la "tercera región" chilena. O sea que si todo va bien, como esperamos, el jueves estaremos saliendo para nuestro país hermano, Chile. Ya escribimos a Turismo de Chile y nos respondieron, alentando nuestro viaje. No necesitábamos más para convencernos. ¡Así que esperamos escribir el próximo post desde Chile, donde haremos playa en el Pacífico...!

Una buena explicación de por qué es fácil perderse en Catamarca...

jueves, 21 de enero de 2010

Tucumán 2010 /1 + Catamarca 2010 /1

Acá estamos, en el "cyber municipal" de La Puerta, Catamarca, en el valle de Ambato, a unos 60 km al norte de la capital, San Fernando del Valle de Catamarca.
Los habíamos dejado en las Termas de Río Hondo, y desde entonces pasaron bastantes cosas; una de ellas fue que en el pueblo de Siján (Catamarca) Internet no andaba desde hacía dos días, porque "se caió el sistema". Así que estuvimos meta mensaje de texto hasta hoy, que dimos con este cyber.
Anduvimos por muchos lugares en estos días. Después de Río Hondo, el miércoles 13 de enero dirigimos nuestro derrotero a San Javier (Tucumán), un lugar cerca de la capital tucumana realmente muy lindo. Teníamos la referencia de un Parque dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán. Planeábamos acampar en una zona que tienen cerca de un lago, pero ahí, aunque era muy lindo, circulaba mucha gente sin control y nos daba cosa dejar todo el día la carpa y nuestras cosas a la buena de Dios.
Así que encontramos un camping privado lindísimo, el "Posta Cycles", donde además tuvimos el placer de ser los únicos que acampábamos, así que la pasamos muy tranquilos y pudimos hacer base allá para recorrer la zona.

El camino a Horco Molle, un lugar donde fuimos inútilmente excepto por el paisaje: no es ahí donde es recomendable acampar, sino junto al Lago del Parque San Javier. De todas formas, la vista es increíble y la vegetación, maravillosa.


Posando en Horco Molle. Atrás se ve San Miguel de Tucumán.

Los quinchitos que dan al Lago del Parque San Javier. Aunque el lugar es muy lindo, el guardaparques nos descorazonó con el comentario de que va mucha gente. ¡Y encima, había que pagar cada vez que querías usar el baño...! Así que decidimos salir en busca de un camping más "organizado" donde dejar nuestras cosas con confianza.

Vista del camping Posta Cycles, donde estábamos completamente solos y tranquilos... ¡excepto al mediodía, cuando llegaban familias a hacer el clásico asadito...!

Es curioso, pero parece que en esta región hay un concepto equívoco de "camping". La mayoría de la gente (tucumanos, catamarqueños, riojanos...) entienden por "hacer camping", ir con el auto (por lo general, Renault o Ford modelo 80's) a algún lugar, hacer un asado al mediodía para una familia de no menos de 10 integrantes, abrir las puertas del auto y poner música o la radio MUY fuerte, y bañarse con ropa en la pileta o río más cercanos. En otras palabras, van sólo a pasar el día, y si llevan carpa, es sólo para brindar sombra al miembro familiar más geronte. Por eso nos costaba mucho encontrar campings en buenas condiciones, que no estuvieran muy llenos y cuyos baños fueran medianamente utilizables. Más adelante el dueño de un camping nos brindaría una definición para ese tipo de camping: recreo. Con lo cual padecíamos a los "recreístas" (que son mayoría en esta región), mientras que nosotros sólo pretendíamos ser "acampantes".
Bueno, en San Javier hicimos base y recorrimos los parajes de la zona: Raco (donde parece que tienen su casa todos los políticos, por eso es tan "lindo"), El Siambón, Yerba Buena, Villa Nougués, el dique El Cadillal... En El Siambón hay un monasterio benedictino donde hacen delicias de todo tipo. Para comprobar la verdad de esos rumores compramos un dulce de membrillo y verificamos que ¡es cierto! Luego nos bañamos en un río espectacular cerca de allí, con unas piedras hermosas que hacían el tan buscado efecto de hidromasaje. También nos dimos el gusto de hacer el primer asadito de la temporada, para competir un poco con los asados que nos rodean a diario, todos los mediodías. En el Parque San Javier visitamos la cascada del Río Noque, donde también nos refrescamos, así que como verán, no estamos padeciendo el calor en absoluto. Igual, es "calor seco", así que no se siente tanto como en la Pampa Húmeda.

Sofi camino a la cascada del río Noque, donde pasamos una linda tarde a pesar de la cantidad de gente. Para variar, aunque está prohibido subir por encima de la cascada, muchos lo hacían.

Posando junto a la famosa cascada

Una foto de la cascada del río Noque, bastante similar a la del folleto turístico. De milagro logramos que no se notara que el lugar estaba repleto de gente.

Bañándonos en Río Grande, a 8 km de El Siambón. Habíamos conseguido quesillo, fruta y verdura en el pueblo. Cerca de la orilla un hombre haciendo un asado había puesto la radio al taco, y el locutor no paraba de anunciar el "¡CARRRRRRRRRRRRRRNAVAL 2010!!".

Vista del dique El Cadillal (nadie lo llama por su nombre actual, todos usan el nombre viejo).

Estuvimos tres noches ahí, y después dirigimos el rumbo al sur tucumano, con tan buena suerte que pudimos hacer una escala intermedia en la feria de Simoca el sábado 16. Es realmente muy pintoresca, se organiza todos los sábados del año desde la mañana hasta las 16, y ahí se vende de todo, no sólo para turistas, sino sobre todo para la gente del lugar. Están los puestos tradicionales, donde se consiguen regionales como vino patero, queso de cabra, carne de vaca y chancho, chorizo casero, tamales, humita, empanadas, dulces como empanadillas, rosquetes, budín de pan, etc. También hay verdulería, cosas hechas con cuero, algo de artesanía, y una sección "boliguaya" al costadito, donde se consigue ropa trucha, baratijas, electrodomésticos chinos, etc. Hay hasta animales vivos, que a pedido del cliente pueden ser ultimados ahí mismo, en directo. En fin: la Biblia y el calefón.
Pero lo mejor del caso es que hay unos quinchitos (llamados "ranchos") donde el cliente puede disfrutar la comida local, desde parrilla hasta delicias locales. Nosotros comimos empanadas y humita en chala (Sofi) y locro con un vaso de vino (Vic). Inolvidable. De postre, nos castigamos con budín de pan.


Ruinas jesuíticas de Lules, camino a Simoca, "esperando ser puestas en valor". Habiendo conocido las de San Ignacio y las estancias jesuíticas de Córdoba, hay que decir que estas no tenían mucho que decirnos...



Postales de la feria de Simoca, "capital nacional del Sulky".

Nuestra intención era seguir hacia el Parque Provincial Cochuna, en Tucumán, muy cerca de la frontera con Catamarca. Nos alentaba una nota del Diario La Nación de 1997 que encontramos en Internet. Pero al llegar, luego de unos 40 km de ripio bastante choto, nos llevamos un chasco (el primero de la temporada), porque el loado parque estaba prácticamente en ruinas. ¡Así que hemos caído en la trampa de los Mitre! La cosa es que el parque pasó de jurisdicción provincial a municipal, y evidentemente no tienen muchas pilas como para ponerlo en condiciones. Una lástima, porque el lugar parecía haber sido muy lindo en algún momento.
Vicente aún tenía ímpetus para seguir manejando y decidió que encaráramos la Cuesta del Clavillo, que luego de atravesar un cordón montañoso por camino enripiado, nos llevaría a la localidad de Aconquija, en Catamarca. La cuesta era bastante empinada y con muchas piedras, pero con paciencia la fuimos atravesando. Por suerte es bastante transitada y la gente es muy amable, ya que en un momento el motor del Clío chupó toda el agua y estaba por recalentarse, y un hombre que volvía de Aconquija nos ayudó a echarle agua. Así que logramos llegar sanos y salvos a un lugar que es un verdadero paraíso. Es un bellísimo conjunto de pueblitos en medio de la montaña, atravesados por ríos con aguas cristalinas, que los tucumanos conocen como "Las Estancias". Realmente el lugar más lindo que hemos conocido en este viaje. Allí llegamos medio tarde, tipo 19 hs, y decidimos parar en un complejo provincial de cabañas llamado Yunka Suma. Por suerte, tenían una habitación con baño privado a sólo $ 30 por persona, ¡una ganga! Los administradores son un matrimonio cordobés muy amable.

Dos altos en la temible Cuesta del Clavillo que une Alpachiri-Potrerillos-Cochuna (Tucumán) con Las Estancias (Catamarca), y que casi produce el recalentamiento del auto.

Vista del complejo provincial Yunka Suma, donde nos alojamos y nos atendieron bárbaro. El paisaje era increíble.

Bañándome en el río Potrero, que traía buena corriente y no era muy helado.

Atardecer de la última tarde en Aconquija/Las Estancias. Esa noche nos castigamos con una milanesa con papas fritas (Vic) y tarta de zapallitos con ensalada (Sofi).

Nos quedamos dos noches, recorrimos la zona y todos sus pueblitos. También nos bañamos en el río Potrero, espectacular y casi sin gente, logramos evadir el acoso de los asadores y el reggaetón. Luego de allí planeábamos bajar a Andalgalá (la segunda ciudad más importante de Catamarca) con la idea de quedarnos un par de noches, pero lamentablemente, los campings estaban en estado deplorable, así que desistimos de hacerlo y decidimos seguir bajando hasta Saujil. Esa zona es más árida y calurosa. Recorrimos toda la serie de pueblitos de la zona (Pomán, Mutquín, Siján), pero tampoco encontrábamos camping decentes, y para colmo, los ríos de la región estaban secos. Como era tarde, decidimos pasar la noche en Siján. Lo bueno es que, a pesar del chasco, siempre hay algo reconfortante. En este caso, la señora del hospedaje donde nos quedamos era muy amable y nos hizo unos riquísimos ñoquis caseros con estofado como cena. Ella nos comentó que en el pueblo hacen "el mejor aguardiente de la provincia" y nos indicó dónde comprarlo, así que conseguimos un anisado para el papá de Sofía. No fuimos tan altruístas, sin embargo, ya que para nosotros nos compramos un mistela chico (para castigarnos en alguna noche fresca).
De Siján partimos el martes 19 para otra región catamarqueña, que queda a 65 km de la capital, en busca de regiones más verdes y refrescantes. Así que apuntamos hacia Balcozna, que es un balneario que está cerca del límite con Tucumán. El lugar es muy lindo, sobre todo un paraje cercano llamado Las Lajas. Nos quedamos sólo una noche porque lo malo es que suelen ir muchos jóvenes, así que a la noche dormimos re mal porque había un pub cerca del camping donde pusieron música al taco ¡hasta las 6 de la mañana! (un martes a la noche...) Vic, sobre todo, quería huir a toda costa. Justo cuando estábamos levantando campamento, cayó al camping un pastor evangélico y su mujer, también pastora (en serio, no es chiste), quienes nos dijeron que venían de Colpes, donde había un río caudaloso y un camping muy lindo. Así que confiamos en el amigo pastor y ayer (miércoles 20) nos vinimos a un pueblo que está entre Colpes y La Puerta, llamado Huaycama, donde encontramos un camping chiquito y lindo, propiedad de un matrimonio joven, que son de la Pcia. de Buenos Aires. Nos quedaremos una noche más y luego rumbearemos hacia Anquincila, al sur de San Fernando del Valle de Catamarca, donde también hay río y pinturas rupestres para conocer. Luego, planeamos ir a Belén y Londres, y de ahí, si podemos, a Antofagasta, un lugar de la puna catamarqueña que, según dicen, es increíble.

Un alto en el camino de Las Estancias a Andalgalá (Cuesta de la Chilca). El paisaje cambia por completo, desaparece el verde, comienzan a aparecer los cardones.

Combatiendo el calor y la aridez. Es notorio cómo cambia el clima cuando se deja Las Estancias y se va hacia Andalgalá y Pomán. Acá estamos haciendo una involuntaria propaganda a Coca-Cola en el camino que va de Mutquín a la ruta provincial 46.




Vistas panorámicas de Balcozna y de la ruta que lleva a La Puerta, respectivamente.

El lindísimo camping y casa de té Allpapuyo, donde descansamos mucho, hicimos asado, nos bañamos en el río y probamos las riquísimas tortas de Paz, ¡inolvidables!

La posta

Alrededores de San Miguel de Tucumán
Dónde alojarse
* Camping Posta Cycles. Ruta provincial 340, a 500 m del acceso a la cascada del Río Noque en dirección a Las Tipas. San Javier. $15 la carpa + $5 por persona. Hay descuento si te quedás más de un día. Muy lindo y tranquilo, con acceso al río.
* Autocamping Río Grande. Ruta provincial 341. Tel. (0391) 4230332. El Siambón. Se lo ve muy lindo y bien preparado. Camping aproximadamente $15 por persona. Con salida al río.

Qué visitar
* Si te gusta hacer shopping, Yerba Buena es ideal. Hay muchos negocios, bares y restaurantes.
* Son muy lindos Raco y El Siambón para pasear y pasar el día. Es casi obligatorio comprar algún producto regional en el monsaterio benedictino del Siambón.
Villa Nogués, en cambio, nos pareció linda sólo para el que tenga su casa de fin de semana allá, tal como ocurre con el amado Tafí del Valle de los tucumanos, que para los no-tucumanos tiene poco de atractivo y mucho de caro. Y El Cadillal debe tener muchas posibilidades, hay muchos campings de mutuales y sindicatos, algunos de ellos muy lindos.
* En San Javier, el Parque administrado por la UNT. Se puede ir al Lago ($2 por persona), la cascada del río Noque ($2 por persona) y el Bosque de la Memoria. También hay senderos para recorrer, pero no todos están habilitados.

Sur de Tucumán

Qué visitar
* A excepción de la feria de Simoca de los sábados, nos pareció que no hay mucho para ver y conocer. Concepción no es una ciudad turística, el Parque Nacional Los Alisos es casi inaccesible debido al pésimo estado del camino, y la Reserva Cochuna está en un estado deplorable. Mos quedaron pendientes las ruinas de Ibatín y las termas de Taco Ralo.

Aconquija (Las Estancias)

Dónde alojarse
* Indudablemente, en el complejo provincial Yunka Suma. Se alquilan casa enteras para 6 u 8 personas, lindas y muy completas (algo de $150), y departamentos con baño privado y agua caliente por $30 por persona. Tels. (03833) 15556718 / 15594135 / 15407395. Se supone que en El Potrero hay camping, aunque no lo vimos.

Qué visitar
* Pucará de Aconquija. Conviene contratar excursión a caballo; desde la ruta son 17 km. Nosotros no pudimos porque aparentemente se hace una excursión por semana (¿?). También los ríos de la zona.

Andalgalá

* Nos desilusionó. Una ciudad para saltear, sin muchos atractivos. El camping municipal es lindo y está cuidado (pileta, quinchos, toma de luz, baños), pero es tierra de nadie; no hay administración ni nada que se le parezca. $15 la carpa, es más para pasar el día. Hay otro camping municipal anterior, Villa del Parque, que está en un estado de abandono deplorable, y el camping La Toma, que da al río, es para pasar el día, no posee los servicios mínimos.

Pomán (Saujil - Pomán - Mutquín - Siján - Rincón)

* Pomán es un fiasco como pueblo (no es turístico), y el alojamiento es caro, o al menos lo era por un festival que estaban a punto de celebrar. El lugar más pintoresco nos pareció Mutquín, es lindo y bastante antiguo. En toda la zona los ríos estaban secos, y por ese motivo los campings municipales, que tienen pileta, estaban repletos de adolescentes bañándose y poniendo música al taco. Eso nos hizo alojarnos en el Hospedaje-Comedor "Mi-Ka" de Siján. El alojamiento cuesta $20 por persona y la dueña, Karina, es muy simpática y buena cocinera. Muy recomendable.

La Puerta y alrededores (Huaycama, Los Varela, etc.)

* Toda la zona es linda, pero no así sus campings, la mayoría de ellos "hacinados" y desprolijos, en los que si te querés bañar con agua caliente, tenés que juntar leña de algún lado y prender el calefón vos mismo. Por eso, recomendamos enfáticamente el camping que más nos gustó, muy familiar y tranquilo: Allpapuyo, en Huaycama. $5 por persona sin adicionales ("carpa", "auto", "luz" o alguna otra estupidez que se se les ocurre en provincias como San Luis o Córdoba), con acceso al río y excelente atención.

martes, 12 de enero de 2010

Córdoba 2010 /1 + Santiago del Estero 2010 /1

Estamos escribiendo desde Termas de Río Hondo (Santiago del Estero). Es increíble el cambio que hubo de ayer a hoy en este lugar: llegamos ayer con una humedad y un calor que no se podían creer; hoy, en cambio, amaneció lluvioso y ¡hace frío! Sí, en Santiago del Estero, contra todo pronóstico, hace frío y estamos usando pilotos de lluvia, aunque por suerte la lluvia ya aflojó un poco.

Salimos de La Plata el sábado 9 de enero a la mañana. Nunca pudimos salir tan temprano como quisiéramos, y además el día anterior estuvimos todo el día con preparativos y nos acostamos como a las 2 y media de la mañana. Nuestro primer destino era la Laguna Mar Chiquita, así que anduvimos por Ruta 9 casi todo el viaje: un verdadero placer, porque no había mucho tránsito y casi todo el viaje fue por autopista. Bastante calor, eso sí. Se justificó cada peso gastado en la reparación del aire acondicionado del auto, la semana anterior.



La clásica foto de la partida...

Santa Fe era un páramo, ni un lugar decente para hacer un alto y parar a comer la tarta que habíamos preparado. ¡Terminamos comiendo como a las cuatro y media de la tarde al lado de la ruta!
Llegamos a Mar Chiquita (Córdoba) como a las 19:30 y buscamos camping en una localidad que se llama Miramar y está a la orilla de la Laguna (como su nombre lo indica). Conseguimos uno que tenía muy buena ubicación, pero instalaciones bastante chotas. Los baños eran tenebrosos y llenos de cascarudos de todo tipo y color, langostas y también alguna que otra araña que mejor perderla que encontrala. Pero estabamos en frente de la laguna y corría un vientito muy amigable, así que eso nos decidió.
Nos instalamos y como era medio tarde, prendimos la bombita de luz, pero a los pocos segundos fuimos atacados por una lluvia de cascarudos. Entonces decidimos desenfundar nuestra flamante lámpara a leds (símil plato volador) que tiene luz fría y no atrae insectos. De ahí en más, la lámpara pasó a ser bautizada "el OVNI".
Al día siguiente nos bañamos en la laguna, que tiene aguas más saladas que el mar (un 27% de su composición), lo que hacía muy fácil hacer la plancha, pero eso sí, a la salida quedábamos fosilizados por tanta sal. El lecho es barroso, sobre todo al comienzo, pero después mejora. Por suerte, Vic descubrió unas pseudo duchas que eran propiedad de nuestro camping y ahí mismo pudimos des-salinizarnos.
Ese día lo pasamos a puro huevo en el camping y la laguna. La localidad, al parecer, era mucho más grande, pero fue destruida por una gran crecida de la laguna en la década del'70, lo que aún puede verse, sobre todo en un hotel ahora devenido museo, que fue anegado y no lo recontruyeron. Además, se supone que allí habita una enorme cantidad de avifauna, de la cual no vimos ¡ni un pajarito! de todos los que figuraban en la oficina de turismo.



Como siempre, los dos tomamos color muy rápido. El problema es que Sofi adquiere un bronceado perfecto, y yo, un rojo ardiente que me hace padecer durante los días que siguien.

Una vista de Mar Chiquita...

En cierta forma, Mar Chiquita sigue siendo un poco decadente, por las instalaciones que hay y la gente que va. Pero era uno de los lugares de Córdoba que teníamos pendientes por conocer. Nos chocó bastante ver que dos hombres jóvenes y una mujer entrabar a la Laguna, porque la mujer tenía una nena chiquita en brazos, y el hombre, un porro del tamaño de un cigarro y un jarrito de metal lleno de vino... ¡todo esto, a las 2 de la tarde!
Ayer (lunes 11 de enero) salimos temprano para Santiago del Estero. Nuestra intención era parar en Villa Ojo de Agua (que está al sur, lindando con Córdoba), porque habíamos leído buenas reseñas del lugar, pero al cargar diesel en la estación de servicio, el playero nos desalentó diciendo que los arroyos estaban secos, que era peligroso bañarse, que no había camping, etc. Así que seguimos viaje para acá. Luego nos dimos cuenta de que el promocionar a su provincia no es una característica de los santiagueños, porque en informes turísticos de Las Termas de Río Hondo (el lugar turístico de la provincia por excelencia) tampoco le pusieron mucha onda al asunto.
El camping donde estamos en Río Hondo es grande, con muchas instalaciones, y tiene sus propias piletas de aguas termales, lo cual no es tan extraño acá, porque hay agua termal en un radio de como 15 km. La ciudad es rara, se nota que fue creciendo irregularmente con los sucesivos impulsos del turismo. Hay muchísimos hoteles, aunque varios de ellos están cerrados porque la "temporada alta" comienza cuando afloja un poco el calor, a partir de Semana Santa y hasta la primavera.
En el camping tenían una habitación muy linda con baño privado, aire acondicionado y cocina, a solo $70 (sí, para los dos). Nos felicitamos doblemente por haberla elegido, ya que ese día y esa noche hizo un calor insoportable, y hoy llovió casi todo el día: mala combinación para estar en carpa.



Increíble pero real: pasando frío en Santiago del Estero.
En estas fotos estamos junto al dique (camino al Autódromo) y el río Dulce, que está crecido y lleno de aves.


Inefable parrilla termeña

Hoy a la mañana nos despertamos con una noticia muy triste, porque falleció Pedro, el amigo de Vic. Creo que todavía no caímos del todo: será la distancia. Y también el hecho de que, en cierta forma, nos lo esperábamos, porque él estaba enfermo desde hacía más de un año y la venía peleando.
Mañana (miércoles 13) arrancamos para Tucumán, pero no al amado Tafí de los tucumanos (¡qué plomazo!), sino al "circuito de las yungas" que está cerca de San Miguel; principalmente, el parque San Javier y alrededores. Después iremos al sur, hay una reserva provincial llamada Cochuna que promete, y los sábados en Simoca hay una feria donde se vende de todo.
Ya comenzamos a castigarnos con los queridos "regionales": conseguimos un salame y queso bastante caseros, y también compramos alfajor, colación, dulce de cayote, zapallo en almíbar... En fin, la estamos pasando bastante mal. Seguramente volvamos a escribir desde Tucumán, y ahí tendrán más noticias de nosotros...