viernes, 20 de enero de 2012

Salta y Bolivia /5 Buena Vista, tierra de mosquitos y café

Acá estamos, cumpliendo un poco el anuncio del último post, porque en Villa Tunari (ubicado en la región del Chapare), si bien había Internet, éste no nos quedaba tan a mano, y afortunadamente podemos decir que tuvimos mucho para hacer.
Los habíamos dejado en Cochabamba, una ciudad que nos decepcionó un poco excepto por esos helados, licuados y yogures frozen riquísimos que hacen que valga (un poco) la pena el paso por ahí.
Con buen criterio, salimos para Villa Tunari el lunes 16 de enero. Lo único malo es la drástica diferencia del transporte entre Bolivia y Argentina en el transporte de corta y media distancia. Para no ser injustos, digamos que hay ventajas y desventajas: la ventaja es que en general los choferes son más amables, los precios son más accesibles y hay más "flexibilidad" sobre los momentos de subida y bajada de las personas. Pero esto mismo puede convertirse en un problema, porque a veces, para hacerse de unos mangos, los choferes suben gente por el camino (pueden ser viejos o madres con chiquitos) y éstos deben ir parados durante horas. Digamos que a la gente que no vive en ciudades no les queda otra manera de movilizarse. También las personas suelen hacer detener el micro a discreción, para bajarse o para satisfacer brevemente sus necesidades fisiológicas. El otro gran problema es que, para asegurarse la inversión, este tipo de transportes esperan a llenar la capacidad de pasajeros hasta salir (eso también explica por qué los que suben en el camino viajan parados). Entonces, como cometimos el error de llegar a eso de las 12.30 a la parada de ómnibus, tuvimos que esperar a que los pasajeros que iban a tomarlo almorzaran y luego se decidieran a subir. En conclusión, salimos como una hora más tarde, cerca de las 13.30 hs.
El micro era grande y cómodo, muy estable, y toda la ruta estaba asfaltada y con mantenimiento continuo porque se supone que ésta es época de lluvias y derrumbes (aunque paradójicamente hay una gran sequía). Tardamos más o menos 3 1/2 hs y llegamos a eso de las 17.00 a Villa Tunari: ¡fuimos los únicos en bajar ahí! Afortunadamente, eso no quiere decir que nos hayamos equivocado. Villa Tunari es un pueblito pintoresco, con una altura sobre el nivel del mar mucho más cercana a la de las pampas (unos 300 msnm), y con un calor que también podría competir con el del verano porteño y sudafricano. La pequeñez del pueblo, el calor y las calles empedradas recuerdan un poco a San Ignacio, en Misiones. La diferencia es que por suerte no se ve tanta miseria acá, y que además no vimos chicos pidiendo: solamente en algunas ciudades grandes como Cochabamba.
Apenas llegamos nos dirigimos a la plaza principal y fuimos a la oficina de información turística. Ahí nos dieron buenos datos de un hostal donde finalmente nos quedamos 3 noches. El lugar era muy, muy lindo, cuidado, con algo fundamental: ¡una pileta! La doble nos costaba 160 bolivianos, algo así como $100 o $120 arg. por noche; ¡una bicoca! Y el nombre del propietario era digno de recordarse: Ray Charles Paz Gómez (aunque todos le llaman "el Ray", pronunciándolo con "a").
En Villa Tunari, quizás porque hay una mujer suiza que está colaborando con la parte de turismo, te dan bastante información y una buena idea de lo que hay para hacer. Esa tarde, como estábamos agotados por el viaje, nos la pasamos en la pileta, después nos dimos una buena ducha y nos castigamos en el restaurante más lindo, comiendo un plato excelente y super abundante de surubí, que es una de las especialidades locales. La comida es tan abundante que los platos se pueden compartir sin mucho problema.
Al día siguiente fuimos a una reserva ecológica llamada Parque Machía, que está a 1 km de Villa Tunari, donde recuperan animales que han estado en cautiverio: vimos monos tití y monos araña, aunque también hay aves y hasta un puma. Los monos araña, como están acostumbrados a estar en contacto con la gente, se acercan sin problema e incluso te dan la mano. A nosotros se nos acercó una hembra con su cría, ¡eran muy lindos! El parque tenía un sendero que llevaba a un mirador donde se veía el río y todala zona, fue un paseo muy lindo. La única excepción era que además de nosotros y otros turistas había una familia numerosa local que hacía un quilombo bárbaro, espantando otros animales que posiblemente se nos hubieran acercado también. El padre de la familia incluso se paró en el borde del mirador para que le sacaran una foto... En conclusión, parece que la boludez no es un atributo exclusivamente argentino.
Por la tarde fuimos a otro lugar que nos recomendaron en turismo, que se llama "La jungla". Es un parque privado donde hay roldanas y hamacas gigantes desde las que uno se puede tirar. Además tiene acceso al río, hay un camping y un restaurant. Como se podrán imaginar, quien se tiró de todos esos juegos vertiginosos fue Vic mientras Sofi miraba de abajo sacándole unas lindas fotos. Luego de tanta adrenalina, partimos para el río, donde estuvimos un rato hasta que vimos unas nubes densas y escuchamos ruidos de truenos. Eso nos acobardó y nos guarecimos en el restaurant, donde estaba el dueño del lugar cocinando. Él nos dijo que no iba a llover y efectivamente tuvo razón, pero ya era un poco tarde para regresar al río. Nos quedamos charlando un buen rato con el señor y nos contó que era músico y había tocado en un grupo que acompañó a Evo Morales durante su primera campaña presidencial, así que lo conocía bastante. Dijo que al principio lo apoyaba mucho, pero que ahora ya no le estaba gustando tanto su entorno y el hecho de que según él, estaba apoyando a los fabricantes de cocaína.
De La jungla nos fuimos directamente a zambullirnos en la pileta del hostal, donde era permitido bañarse hasta las 10 de la noche, ¡excelente! A la noche nos castigamos nuevamente con surubí, pero en otro restaurante.
Al segundo día hicimos una excursión medio fallida, porque habíamos ido nuevamente a la oficina de Turismo y uno de los muchachos que trabaja allí (que es de La Paz pero vive hace unos meses en Villa Tunari) nos dijo que tenía que ir a Puerto San Francisco, un lugar desde donde se hacen excursiones en bote por uno de los ríos, a relevar datos para la página web. Entonces nos invitó a ir con él y su compañera (llamada "Fransia", con "s") así abaratábamos costos. Partimos entusiasmados con la idea del paseo en bote, pero para llegar a destino tuvimos que tomar 1) mototaxi 2) combi con batería que hacía cortocircuito por un camino de piedra hasta un pueblo 3) otra combi un poco mejor hasta Puerto San Francisco. Demoramos como 40 minutos y cuando llegamos, los muchachos de turismo no encontraban a quienes hacían los paseos. Al cabo de unos 15 minutos dieron con uno de ellos y le hicieron un cuestionario preguntándole en qué consistía el servicio, cuánto costaba, etc. Luego, fuimos a entrevistar a otro, lo mismo, y eso fue todo: en conclusión, nos quedamos sin paseo. La excursión era muy cara para hacerla nosotros dos solos, porque costaba la hora 200 bolivianos (unos $ 170 nuestros) y una hora era muy poco para poder conocer algo.
Así que volvimos un tanto frustrados y muertos de calor. Por suerte, la pileta del hostal nos estaba esperando!!! Y obviamente, nuestra clásica cena con pescado, esta vez, un pacú que estaba riquísimo.
Ayer, jueves 19, la suerte volvió a sonreírnos, porque volvimos a ir con Fransia y Vladimir, de Turismo, compartiendo taxi hasta un Parque Nacional que tiene la región, llamado P. N. Carrasco.
Allá se puede hacer una visita guiada por una senda que va por el medio de la selva, con varias paradas informativas, y se llega a una serie de cuevas donde hay animales característicos de la región: por un lado, murciélagos frugívoros (= que comen frutos); en segundo lugar, unas aves nocturnas muy raras, casi ciegas, que se orientan con sonido igual que los murciélagos, llamadas guácharos; y en tercer lugar, otra cueva con murciélagos. Por suerte a la cueva de murciélagos hematófagos (= que se alimentan de sangre, también llamados "vampiros", aunque no son los de la saga adolescente), no entramos. Esta vez hicimos todo el circuito con el guía, que sabía mucho y además tenía buen sentido del humor, incluyendo un cruce y regreso por encima del río en una casillita que se desplaza por dos cables de acero con una roldana. Después les mostraremos el video.
Como terminamos temprano con la visita al Parque (y muy contentos), decidimos levantar campamento ese mismo día a nuestro próximo destino: Buena Vista, a solo 100 km de Santa Cruz de la Sierra. Llegamos ayer, conseguimos alojamiento, cena (unas brochettes de carne con un nombre raro, "pacumutos", o algo así) y a dormir. La dueña del hospedaje es una señora que es todo un personaje (por si la quieren googlear, se llama Delcy Antelo) y que tiene un grupo musical (algo así como una Estela Raval boliviana). Además, sus hijas fueron elegidas Reinas del café y no sabemos cuántas cosas más.
Hoy aprovechamos el día a pleno; fuimos a conocer una hacienda de café llamada El cafetal, y lamentamos decirles que, al menos en una época, el afamado café Cabrales provenía de ¡Bolivia! Así es, parece que esta tierra no deja de sorprendernos. Allá hicimos una caminata larga (y un poco calurosa) hasta el río Surutú, donde nos bañamos y almorzamos. Volvimos por el camino acosados por los mosquitos y por dos perros locales que nos hacían compañía, y después disfrutamos de la pileta de la hacienda y nos hicieron el "tour del café", con un paseo por el lugar, vimos las plantas de café, aprendimos sobre cómo se procesa el fruto y tuvimos una rica degustación. Parece que es un café orgánico de primerísima calidad que se exporta casi por completo a Holanda (ni siquiera lo tuestan acá). Por supuesto, nos compramos un paquete ya tostado y molido, para tener un rico recuerdo cuando volvamos a casa.
Mañana salimos para un lugar llamado Samaipata, que también promete ser lindo, cerca de donde mataron al Che Guevara, por lo que suponemos que puede haber algunos hippies haciendo la "ruta del Che". Después de eso, nos esperan las misiones jesuíticas de la Chiquitanía.
Perdón por hacerlo tan largo, ¡es que había mucho que contar!

No hay comentarios: