domingo, 15 de enero de 2012

Salta y Bolivia /4 Cochabamba, parada intermedia

Los habíamos dejado en Sucre, con la incertidumbre de conseguir o no pasaje a Cochabamba. Por suerte, nos tomamos el trabajo de madrugar y a las 7:15 de la mañana estábamos en la terminal, donde a los 10 minutos ya teníamos el pasaje en coche semicama. Luego, volvimos al hostal y seguimos durmiendo un rato más, porque no tenían horario restringido para desayunar ni para desocupar la habitación, lo que fue un alivio para nosotros. Vamos a extrañar ese hostal, el más lindo de todos aquellos en los que estuvimos en Bolivia (en el viaje anterior, y en éste también).
En Sucre no nos quedaba demasiado por conocer, ya que nos habíamos saturado un poco de iglesias y museos. Entonces nos fuimos al cementerio porque nos habían dicho que era muy lindo y estaban enterrados muchos próceres bolivianos. Supuestamente, a la entrada iba a haber "niños guía" (sic) que nos iban a contar la historia de esos muertos ilustres. Sin embargo, cuando llegamos, no vimos ningún niño guía, así que tuvimos que recorrerlo nosotros mismos y especular acerca de quiénes serían los que estaban enterrados en cada lugar. El cementerio no tiene esa cosa del norte argentino (no es, por ejemplo, como el de Cachi), excepto por algunos detalles de sincretismo cristiano-pagano: algunos nichos tenían vasitos de agua o botellitas de Fanta o Johnny Walker en miniatura, como si fuera un suministro necesario para el "largo viaje". El lugar es lindo y muy bien parquizado, como todas las plazas y espacios verdes de Bolivia, y tiene algo similar con el de la Recoleta de Buenos Aires, por los pasillos y los cipreses antiguos, aunque el de Sucre tiene un poco más de espacio y las tumbas no están tan apretadas.

No sabemos bien cuándo volveremos a escribir, aunque todo indica que nuestros próximos destinos también poseen Internet. A 10 años de nuestra primera visita a Bolivia, hubo algunos cambios grandes. En primer lugar, a nivel tecnológico, los cyber y los negocios de celulares están por todas partes, como también ocurrió en Argentina, en Latinoamérica, probablemente en todo el mundo. En segundo lugar, hubo grandes avances en cuanto a la mejora de las rutas y caminos acá en Bolivia (un país que prácticamente no tenía rutas asfaltadas), y la regulación del transporte en general. Ahora las tarifas están establecidas por un ente (antes te cobraban según el "jetómetro" y también los precios podían aumentar más cuanto más cerca de salir estuviera el ómnibus), y además los tickets de los pasajes y del equipaje se ven más confiables.
En cuanto al asfalto, valga como ejemplo el excelente camino entre Bermejo y Tarija. Lamentablemente, debemos decir que los beneficios de las rutas asfaltadas no siempre nos tocan. El camino de Tarija a Sucre estaba, podríamos decir "50/50", porque están avanzando en su pavimentación y había partes de ripio y partes de asfalto (o al menos de cemento, a las que le falta solo la carpeta asfáltica). Otra cosa que hay que señalar es que pavimentar un país como Bolivia no es nada fácil, porque la mayoría son caminos de montaña, con mucha curva, contracurva, subida y bajada.
El camino que recorrimos ayer, de Sucre a Cochabamba, lamentablemente no está dentro del feliz grupo de los asfaltados. Después de más o menos una hora u hora y media de salir, el camino pareció decirnos "lo bueno dura poco", y empezó un ripio durísimo que nos acompañó durante muchas horas. Por suerte, sin embargo, esta vez habíamos tenido la precaución de sacar semicama, así que estábamos muy cómodos, y además nos habíamos hecho unos sándwiches porque ya estamos empezando a cansarnos de comer siempre comida parecida y queremos escaparle un poco a la omnipresente fritura.
Lo más fulero fue que el bondi tuvo la descortesía de llegar más temprano que lo previsto a Cochabamba, así que estábamos acá un domingo a las 4:30 de la mañana, esperando en la terminal a que se hiciera de día para poder arrancar.
Por suerte, nos hicimos amigos de una pareja de argentinos que (miren lo chico que es el mundo) ¡viven en Tolosa y estudian en la Facultad de Humanidades de La Plata! Asi que estuvimos charlando con ellos, tomando mate y después, cuando abrió la oficinita de información turística, nos informamos de dónde quedarnos y qué cosas se pueden hacer. Lamentablemente, como es domingo está todo cerrado, inclusive museos y sitios históricos. Prácticamente lo único que se podía hacer era ir al teleférico, pero cuando llegamos, había una cola tremenda y sólo 3 carritos que subían y 3 que bajaban. Es decir que la espera iba a ser eterna y, además, ya habíamos tenido una experiencia similar en Salta, así que no era algo que nos moríamos por hacer. Entonces, simplemente nos fuimos a la plaza principal a tomar el fresco, como buena parte de los cochabambinos.
Una cosa muy rescatable de la ciudad es la proliferación de heladerías con muy buen aspecto, inclusive encontramos una que vende frozen yogur, que ya degustamos ¡y es riquísimo! También se consiguen, a precios super accesibles, riquísimos licuados de fruta; por ejemplo, un licuado de papaya y leche inolvidable, a tan solo 4$ bolivianos (unos $2,60 arg).
Mañana vamos a un lugar cercano llamado Villa Tunari, que dicen que es muy lindo y que está cerca de zonas verdes y áreas protegidas; después, nos quedan por delante sólo rutas asfaltadas (por fin), a menos que consigamos viajar en el tren que va a la Chiquitanía, que dicen que es muy lindo, y calor tropical.

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