viernes, 25 de enero de 2008

San Juan 2008 /2

Estamos en Barreal, provincia de San Juan, un pueblo cerca del Parque Nacional El Leoncito. Escribimos desde un cyber que está frente a la plaza, mientras esperamos que se conforme la feria artesanal de los viernes, que estaba programada para las 19:30, pero hasta ahora consta de sólo 1 (un) puesto. No sabemos si eso es todo o el ritmo sanjuanino implica que todo comience con bastante retardo.
La última vez que escribimos estábamos parando cerca de San Juan capital, en un pueblito llamado Marquesado, que está entre esa ciudad y el dique de Ullum. Allí nos quedamos hasta el miércoles, en el camping del Ranchomóvil club. El camping era bueno, pero el problema era que el encargado era medio descuidado/tacaño: nos iba cortando los servicios a medida que pasaban los días: luz, agua caliente, agua en general… y teníamos que perseguirlo para que los reestableciera!
El martes fuimos nuevamente al Dique de Ullum, para poder vegetar un poco más y el miércoles 23 partimos para acá, porque teníamos ya reservado para pasar la noche en uno de los observatorios astronómicos que están dentro del Parque Nacional El Leoncito, para poder hacer la observación nocturna de los objetos celestes que pudieran verse esa noche.
Este era un gustito que teníamos muchas ganas de darnos, y ya nos imaginábamos cual científicos, hurgando los astros por el gran telescopio que salía de la cúpula blanca del Leoncito… Sin embargo la cosa no fue tan así.
Salimos temprano de San Juan, porque aunque no eran muchos kilómetros convenía no llegar muy tarde a Barreal ni al parque. Tuvimos que dar toda una vuelta, porque el camino más directo está cortado (¡hace 2 años!) debido a la construcción de un dique (sí, otro más). Además, al principio el viaje fue medio lento, porque una parecíamos ir en medio de una gran nube que iba descargando la lluvia. Aunque cueste creerlo, la supuestamente seca San Juan está bastante húmeda: todas las tardes se nublaba y comenzaba a gotear, amenazando con arruinar nuestra cena de cada día.
Llegamos a Barreal con buen tiempo y aprovechamos para ir a la oficina de Turismo, y para chusmear los campings en los que nos alojaríamos después de visitar el Parque.
Salimos para El Leoncito y llegamos como a las 17; para los que no lo saben, es un lugar bastante árido, a 2550 msnm, y fue convertido en Parque sólo para proteger la zona de la contaminación visual y asegurar que los observatorios astronómicos que están dentro del parque tengan la mejor visión posible de las estrellas.
Nosotros ya habíamos comprado (bastante caro, por cierto) en San Juan el voucher para pasar la noche allá, que incluía alojamiento, cena, desayuno, y el plato fuerte: observación de las estrellas en un lugar donde hay un promedio de 300 noches despejadas por año.
Cuando llegamos había algunas nubes yendo y viniendo, y nos dijeron que la noche anterior había estado bastante nublado, pero que en ésta había “buenas posibilidades” de hacer la observación astronómica. Así que visitamos el observatorio “El Leoncito” de día, para conocer cómo funciona y a qué se dedica, y después nos instalamos en nuestra habitación. Además de nosotros, había otra parejita y una familia con dos hijos.
Pero a medida que avanzaba la tarde el panorama empeoraba, porque junto a las montañas empezaron a juntarse nubes que tapaban el cielo, y hasta llovió un poco. Nos bañamos, fuimos a cenar y comenzó la espera para la observación.
A eso de las 23:30 apareció la técnica que nos iba a asistir en la observación, para avisarnos que estaba calibrando el telescopio. A todos se nos pinchó un poco el globo al enterarnos de que no íbamos a mirar las estrellas desde “el” observatorio, sino desde un telescopio como los que se compran en los negocios (pero bastante grande), que tenían en el playón de afuera.
Había luna llena, pero la noche estaba tapada casi por completo por las nubes, y no corría suficiente viento como para despejarlas a la brevedad. Estuvimos esperando hasta las 2 de la mañana, pero era imposible ver nada. La técnica intentó mostrarnos la luna en un par de oportunidades, pero cuando la enfocaba, ya una nube la volvía a tapar. Nos consolamos del frío y el bajón tomando un poco del mistela que compramos en nuestra “ruta del vino”, pero tuvimos que irnos a dormir con las estrellas, planetas, asteroides y cometas como cuenta pendiente (hasta en San Rafael se veía más, por las noches).
Al día siguiente conocimos (de día) el otro observatorio del Parque, el “Cesco”, que depende de la Universidad Nacional de San Juan, y ahí la explicación fue más completa que en el anterior. Llegamos a la conclusión de que ésta no es buena época para visitar el Parque, porque estaban haciendo mantenimiento al telescopio de este observatorio, justamente con el argumento de que ahora las noches son cortas, y además es época de lluvias. Pero al menos tenía un centro de visitantes muy completo, y el hombre sabía muchísimo y estuvo hablando con nosotros y los demás visitantes por más de una hora. Además, había expuestas fotos del cometa Halley sacadas con ese telescopio, entre otras fotos de estrellas y galaxias, y el guía nos mostró en la computadora el mapa astral con el que calibran el telescopio (ahora se hace todo por computadora, no miran más directamente por el telescopio) y otras imágenes muy interesantes del espacio. Eso nos sirvió un poco de premio consuelo, y sólo con abonar una entrada de $3.
Después de recorrer un sendero peatonal del parque y relajarnos en la cascada, almorzamos y partimos para Barreal. La localidad debe su nombre a una extensión de tierra blanca seca, muy arcillosa, que está justo enfrente del Parque Nacional. Se supone que antes allí había una laguna, y nos juraron que cada tantos años la laguna “se llena durante unos días y luego se vuelve a secar”. Allí se practica “carrovelismo”, y también se filmó parte de “Siete años en el Tíbet” con Brad Pitt, la fallida telenovela “Sheik” con Araceli González y Gustavo Bermúdez, y la propaganda de Darín en el Toyota Corolla (¡en serio!).
Hoy estuvimos recorriendo un poco los alrededores de Barreal, que es pintoresco pero un poco caro (parece que se está volviendo inesperadamente exclusivo: la nafta y el gasoil, por ejemplo, están carísimos), y conocimos un cerro llamado “El Alcázar”, que nos recordaba a Talampaya pero con los colores del Valle de la Luna. Vimos las ruinas de una fundición de metales del siglo XIX y paseamos por algunos de los pueblitos cercanos: Calingasta, Tamberías, Sorocayense, pero no hay mucho más para ver realmente, así que estamos haciendo bastante relax.
Mañana partimos para el norte de la provincia, a un par de localidades llamadas Iglesia y Rodeo (están muy cerca una de la otra), y quizás podamos aprovechar y hacer uso de algunas de las numerosas termas que hay por acá. Después, ya terminando el viaje, el plan es ir a hacer camping a un lugar de Córdoba muy querido para la familia de Sofi: Intiyaco. Ya se irán enterando de nuestras aventuras…

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