lunes, 21 de enero de 2008

Mendoza 2008 /3 + San Juan 2008 /1

No les extrañe si en este relato nos patinan un poco las eses u otras consonantes, porque entre que este teclado no es el mejor, sumado al hecho de que venimos de un tour de bodegas, hacen una combinación que desafía la gramática.
Los habíamos dejado en Tunuyán, donde no pudimos visitar ninguna fábrica de sidra ni comer manzana alguna (?), pero los días siguientes nos vienen compensando: ya nos estamos castigando con vinos y melones sanjuaninos.
Después de recorrer el valle de Uco, en el que nos gustó mucho el pueblito de Tupungato, y donde pudimos recorrer el famoso “corredor productivo” repleto de viña y de frutales, nos dirigimos a la capital mendocina, para pasear un poco por la ciudad y sus alrededores. Conseguimos acampar en un lugar lindo, tranquilo y bastante cercano a Mendoza capital: El Challao. Desde ahí hicimos base para distintos recorridos. El camping era espectacular, hasta había papel higiénico y jabón en el baño, todo un lujo asiático.
Nuestra primera escala turística fue el Zoo de Mendoza, que está en el Cerro de la Gloria, donde llegamos instados por los amables dueños del camping. Yo (Sofi), fascinada con los bichos de todo tipo y color, y Vic, al principio entusiasmado y luego, fatigado y aburrido (y dolorido de sus pies). Para ser honestos, hay que decir que el Zoo está bastante decadente y abandonado. Los animales estaban o bien en unas jaulitas de 2 X 2 o bien super calcinados y en su mayoría sin agua (o con escasa), oso polar y carpinchos incluidos. Un dato aparte que nos divirtió fue que había varios en celo, y brindaban un espectáculo pintoresco, sobre todo, los monos babuinos. Cuando estábamos frente a la jaula del trigre, éste se quiso montar a la hembra, lo que despertó el comentario de una niñita de unos 5 años: “Mamá, ¿qué hace el tigre?” “Le está haciendo cariñitos a la tigresa” (¡!).
Ese día terminamos muertos, porque anduvimos recorriendo a pie toda la ciudad, desde el Área fundacional (el sitio donde se encontraba el centro antes del terremoto de 1861), pasando por algunas de las plazas centrales: España, Italia e Independencia... Claro que con una escala en la exquisita fábrica de chocolate “La cabaña”, ¡espectacular! Nos mostraron (medio rápidamente, para nuestro gusto) cómo se elabora el chocolate, y ahora estaban a pleno haciendo los huevos de Pascua, era impresionante.
La verdad que los “regionales” nos pueden en este viaje, más que nunca: salame, pan casero, “tortitas” (pancitos con grasa), queso de cabra, chivo a la llama, dulces, conservas, chocolate, vinos... Eso sumado a lo que nos dio la familia Calvente allá en Alvear, que va en descenso...
Después del city tour, y una mateada con dos de las chicas que organizaron el Encuentro de Letras que se realizó en Mendoza, hicimos al día siguiente el “camino de Alta Montaña”, hasta llegar al Parque Provincial Aconcagua. En nuestro camino hacia el Aconcagua, paramos en el dique de Potrerillos, donde hay cerca una serie de pueblitos que son uno más lindo que el otro: Las Chacritas, Las Vegas, El Salto. Es una zona que nos parece que se va a desarrollar mucho en los próximos años, por lo que pudimos apreciar. Muy recomendable para quienes estén pensando en ir a Mendoza: sobre todo, parece que la zona se pone “top” en invierno.
Luego de hacer un pic nic ahí, seguirmos para Uspallata, aunque una vez ahí, a instancias de Vic, proseguimos hasta Puente del Inca. Yo (Sofi) no tenía rutilantes recuerdos del lugar, pero el camino, por los túneles en la montaña y al costado del río, es muy hermoso. En Puente del Inca han montado ahora una suerte de feria paraguaya, con los horribles souvenirs recubiertos de esa capa amarilla de pseudo-azufre (supuestamente, otorgada por el agua del lugar). Haciendo 2 km más, llegamos a ver el Aconcagua, aunque estaba cubierto de nubes, y nos volvimos porque se nos hacía tarde. Lo hicimos en el día, porque nos pareció que ir a San Juan desde Uspallata, por una ruta de ripio, nos iba a hacer sufrir inútilmente, así que nos vinimos para acá por la vieja pero remodelada y flamante ruta 40.
Acá, igual que en Mendoza capital, optamos por un camping en las afueras de la urbe, en un pueblito pintoresco que se llama Marquesado y que está cerca del dique de Ullum. Ahí aprovechamos para hacer algo que nos venía faltando: ¡huevo!
No optamos por acampar en los diversos campings que hay sobre el dique porque van todos los pibes de San Juan capital a descontrolar mal: ponen música a todo lo que da toda la noche (o sea, imposible dormir) y chupan como locos. Sin ir más lejos, la semana pasada, apuñalaron a un pibe en el camping de la Universidad de Cuyo.
Ayer fuimos a uno de los “paradores” de Ullum en los que podés bañarte, y vimos con consternación cómo una familia de más o menos 10 personas, mientras hacía el asado, se chupaba dos damajuanas de 5 litros cada una; después pasaron al fernet con coca, y para cuando nos íbamos, a eso de las 19, ya estaban prendiendo el fuego para ¡otro asado!! El parador parecía bastante tranquilo, porque nosotros solemos hacer el contraturno, o sea, ir a la hora de la siesta, cuando todos los sanjuaninos están roncando. Pero a eso de las 16 comenzó la música, reggaetón incluido, y tipo 17:30, la cosa ardía: muchos pibes jóvenes, windsurf y barra de tragos ladri, que ofrecía, a través de un locutor que arengaba por altoparlante, un melón con vino por $15 (cuando acá te venden 2 melones por $5) y dos fernet con coca por $25! Además de regalar dos latas de cerveza a la pareja que bailara “más juntita” (nosotros no ganamos).
Hoy estuvimos recorriendo un poco la ciudad, fuimos a la casa natal de Domingo F. Sarmiento (una de las pocas cosas que quedaron en pie después del terrible terremoto de 1944), y luego, para zafar de la siesta en la que todo muere y todo cierra, hicimos el tour de bodegas: visitamos el Museo del Vino Graffigna, y conocimos dos bodegas orgánicas, la champañera Miguel Mas y la bodega Fabril Alto Verde (el roseé, el extra brut y el mistela nos dejaron medio copetes).
Ya reservamos la noche que pasaremos en nuestro próximo destino: el Parque Nacional El Leoncito. Salimos el miércoles para allá, y luego recorreremos un poco del resto de la provincia, tanto en el norte como en el sur: Barreal, Calingasta, Rodeo, Iglesia... ya se irán enterando.

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